domingo, 3 de abril de 2011

Dulcinea Juárez nos revela su camino al éxito

En una entrevista que ya tiene sus añitos, Dulcinea Juárez destapa su corazón y nos cuenta con detalle su largo recorrido hasta coronarse reina del teatro musical español.


¿Cómo has llegado a esto?
Bueno, yo vengo de la música. Mi pasión, desde muy pequeña, siempre ha sido la música. Empecé en el Conservatorio y paralelamente intentaba aprender cada vez más haciendo un poco de todo, incluso entré en un grupo de rock “Soundmaker” y en otro donde cantaba tanto “gospel” como “renacimiento”, por lo que digamos que abarqué un poco todo lo que a música se refiere, pero aún no me había planteado el hecho de dedicarme a la interpretación. Entonces llegó el momento en que terminé la Selectividad y tenía que elegir la carrera que quería estudiar. Ninguna me apetecía demasiado y comencé a presentarme a castings.

¿Cuál fue el que más te influyó posteriormente?
Pues fue un casting que se hacía para cantar en Port Aventura, que estaba bastante cerca de donde yo vivía. Me cogieron para hacer de la cantante del Saloon y comencé a trabajar allí. Al principio me lo planteé como un trabajo de verano y posponer un poco la decisión de qué carrera estudiar.

¿Qué tal la experiencia?
Muy bien, ya que era la cantante principal, la que llevaba el peso del espectáculo. Así que me dio la oportunidad de ser también actriz además de cantante, que es lo que había sido siempre hasta entonces. Tuve que aprender a contrarreloj sobre el escenario, tanto a hablar de cara al público, como a moverme sobre el escenario con zapatos de tacón. Fue un descubrimiento para mí conocer mis posibilidades. Además, realizábamos ocho pases diarios de media hora de duración, donde había que improvisar con el público. Aprendí mucho ya que para un actor es un entrenamiento muy duro, pero que luego da sus frutos. Trabajé con gente muy especial de todas las ramas, tanto actores, como bailarines e incluso acróbatas. También me sirvió para darme cuenta de que, aparte de lo aprendido durante mi etapa en el conservatorio, que era algo más dirigido hacia el canto, tenía muchas posibilidades para actuar, así que decidí seguir probando y me dirigí a Madrid para realizar un casting para un musical.

“La Bella y la Bestia”...
En efecto, y además fueron mis compañeros de Port Aventura los que me dijeron que se estaban realizando las pruebas para un musical de esa envergadura, no me lo pensé dos veces y decidí presentarme. La verdad es que supuso una grandísima sorpresa el hecho de que me cogieran para el papel.

¿No te habías presentado anteriormente a ningún casting de musical?
No, por eso me sorprendió muchísimo. Fue pasar directamente de ser la cantante de Port Aventura, cantando con y para el público y presentar a las bailarinas de Can-can, a protagonizar “La Bella y la Bestia” por todo lo alto. Para mi fue algo muy bestial. El hecho de que me cogieran fue para mí una tabla de salvación porque yo ya veía que mi deseo era dedicarme a la música y cada día que pasaba me gustaba mucho más.

¿Fue ahí cuando te diste cuenta de que esto es una profesión?
Claro. Viajé para Madrid y comencé enseguida los ensayos. Así que me formé en la profesión trabajando.

Antes de la “La Bella y la Bestia”, ¿cuál es ese primer recuerdo ante un gran público?
No tengo recuerdo de la primera vez, porque yo empecé a los cuatro años, aunque sólo musicalmente. Recuerdo más el hecho de haber pasado muchos nervios, sobre todo si tenía que hacer algún solo, pero no una función en especial. En particular, recuerdo con mucho cariño una coreografía en que hacía de Geisha, así como un concierto con la orquesta Ciudad de Barcelona, donde hicimos escenas de “Fausto” muy bonitas.

¿Cómo fue esa primera representación de “La Bella y la Bestia”?
Lo recuerdo con mucho cariño. Me sentí como si tuviera diez años en vez de veintidós. Yo ya había cantado en público con grandes artistas y en grandes escenarios. En Alemania y en Italia. Estaba acostumbrada al escenario y al público. Lo nuevo para mí fue hacer algo que abarcaba tanto música como interpretación. Fue maravilloso.

¿Lo compaginabas con algún tipo de formación?
Al principio no. Luego más tarde intenté compaginar mi trabajo con mi formación, pero acababa de llegar a Madrid, tenía veintidós años y todo aquello era un mundo para mí. Estaba totalmente alelada y no tenía mucho tiempo para recibir clases. Quizás más tarde, cuando bajas un poco del cielo y empiezas a tener los pies en el suelo y a darte cuenta de la dura realidad, eres consciente de no haberte movido lo suficiente.

¿Crees que deberías haber tenido los pies en el suelo mucho antes?
Tampoco me lo había planteado, ya que todo fue demasiado rápido. Había pensado que todo era jauja, que ya estaba todo hecho. Pensaba que si me habían cogido a la primera en “La Bella y la Bestia” seguiría siendo siempre así, pero luego te das cuenta de que no. Te haces una idea muy feliz de la profesión, sobre todo si empiezas muy jovencito y no vienes de una academia.

¿Te diste cuenta entonces de la dificultad de la profesión?
Yo ya sabía que la música era muy difícil, porque era lo que llevaba haciendo desde muy pequeña, pero no que el mundo de la interpretación era igual de duro. No conocía ese mundo y me di de golpe con la dura realidad. Me pasé muchísimo tiempo haciendo muchas pruebas y no salía nada. Pasé una época muy mala en la que estuve bastante deprimida. Iba consiguiendo trabajo de forma muy puntual, pero nada muy seguro. La verdad es que estaba demasiado mal acostumbrada. No había catado nunca lo malo. Me quedé muy sorprendida y me desperté del sueño. Despertar del sueño fue como una bofetada de realidad en la cara.

¿Te ha servido esa bofetada?
Bastante, la verdad es que mucho. Primero para probar mi fortaleza, porque ésta es una profesión para gente psicológicamente fuerte. Fue una prueba de fuego que me vino muy bien porque a veces estar abajo también es bueno ya que, en esos momentos, lo único que puedes es subir hacia arriba. He aprendido a saber tener siempre los pies en el suelo y a ser positiva.

¿El que la sigue la consigue?
Si la sigues mucho, siempre te cae algo, por eso no hay que parar de trabajar, ya que, por mucha suerte que tengas, la suerte se puede acabar, sin embargo el trabajo no. El trabajo siempre va a estar ahí respaldándote. También hay que estar siempre preocupándose por la formación y, sobre todo, no hacer que toda tu vida gire en torno a esta profesión. Esta profesión es maravillosa pero tiene que haber muchas más cosas. Hay personas que sólo saben hablar de esta profesión. Hay que canalizar toda la información de la profesión, todas las experiencias, incluso las negativas, para sacar algo positivo de ellas.

¿Fue difícil para ti la incorporación al mundo televisivo?
Fue un poco complicado, porque no tenía representante. Pero al final me acabaron llamando para hacer un par de episódicos para “El Comisario” y la serie “Tirando a dar”, más tarde para otro capítulo de “Matrimonio con hijos”. Todo esto me llevó al teatro nuevamente para realizar “Los Productores”, con Santiago Segura Y José Mota, que tuvo muy buena acogida y fue un trabajo también muy mediático, estuve toda la temporada.

¿Qué diferencias encuentras entre el formato televisivo y el teatro?
En televisión haces tu trabajo y te vas, es todo muy rápido. Conseguí un personaje fijo en “Planta 25” cuando comencé con “Los Productores”. Los personajes fijos tienen más tiempo para ser trabajados, así como en el teatro. La diferencia más notable es que en el teatro es donde se ve realmente a un buen actor o una buena actriz, ya que no tienen alrededor ningún artificio que les ayude a realizar su trabajo. Sin embargo, en televisión es todo muy frío, aunque acabas acostumbrándote, tampoco sabes hacia donde va del todo el personaje. En teatro sabes el tiempo, la progresión del personaje, tienes al público frente a ti, sus reacciones. Cada día puedes probar cosas nuevas en teatro. En televisión si lo haces bien a la primera toma, no se hace más y quizás te quede la espina de poder haberlo hecho mucho mejor.

¿Qué le dirías a alguien que quiere dedicarse a esto?
Que se forme, pero sabiendo que tras la escuela hay un mundo muy difícil. La profesión se idealiza mucho en las escuelas. Por eso, hay que tener siempre los pies en el suelo. Una persona que quiera ser actriz tiene que tener unas ganas enormes de expresarse, mucha curiosidad por la condición humana y ser una persona con una fortaleza emocional y física para poder aguantar.

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